Que no pregunten por qué el tiempo al pasar,
deja los momentos de cal, y se lleva los de arena.
Que no pregunten por qué el viento al soplar,
se lleva las lágrimas de alegría, y deja las de pena.
Que no hagan preguntas, si ellos nunca han respondido.
Y la vida les ha preguntado, y gritando ha insistido.
Y ellos, una vez más, silencio han guardado,
sus palabras al mundo una vez más han negado.
Que no pregunten, si carecen de respuestas.
Si dejan que el ruido abrume sus melodías inciertas.
Que no pregunten, pues nadie les va a responder,
y que acepten los que nunca quisieron, que nadie los va a querer.
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