Aparentemente, no eran mis palabras acordes a tu sinfonía.
No eran mis ojos dignos de tu mirada.
Mis suspiros nunca serán lágrimas de alegría.
Aparentemente, nunca debí esperanzarme demasiado.
Nunca debí aspirar a ti.
Nunca debí imaginarme a tu lado.
Aparentemente, nuestros caminos no han querido cruzarse.
Tu alfombra de seda no quería mancharse de arena.
Tus pies de princesa no estaban hechos para tantas piedras.
Aparentemente, vivimos en distintos universos.
Quizá sólo hayas sido un reflejo desde otro mundo, como en Platón
las ideas formaban aquí sólo reflejos inciertos.
Aparentemente, no eran para mí las dulces palabras que en mis oídos sonaban.
No eran para mi camino las suaves telas que tus dedos hilaban.
No eran mis ojos el destino de tu mirada.
Aparentemente... ahora sólo hay una cosa que pueda hacer:
creer que, verdaderamente, las apariencias engañan.
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