lunes, 28 de febrero de 2011

Soberbia

Pues quizá sea un error pensar que todo lo que escribo es para ti.
Quizá me hayas dejado huella, sin lugar a dudas,
pero nunca pienses que vales más que mis palabras desnudas,
nunca me digas con soberbia que nunca te acercarás a mí.

Nunca pienses que estás por encima de mis sentimientos,
porque tu superioridad sólo será cierta en mis pensamientos,
porque aunque me rechaces como un rico rechazaría una propina,
nunca podrá tu soberbia más que esa ingenuidad que tu corazón lastima.

No me dejas acercarme, pero nunca te alejas.
No quieres que piense en ti, y tampoco en otras.
No me tomas, pero tampoco me dejas.
Pues no juegues conmigo… Tú también te equivocas.

Preguntas y respuestas

Que no pregunten por qué el tiempo al pasar,
deja los momentos de cal, y se lleva los de arena.
Que no pregunten por qué el viento al soplar,
se lleva las lágrimas de alegría, y deja las de pena.

Que no hagan preguntas, si ellos nunca han respondido.
Y la vida les ha preguntado, y gritando ha insistido.
Y ellos, una vez más, silencio han guardado,
sus palabras al mundo una vez más han negado.

Que no pregunten, si carecen de respuestas.
Si dejan que el ruido abrume sus melodías inciertas.
Que no pregunten, pues nadie les va a responder,
y que acepten los que nunca quisieron, que nadie los va a querer.

Respuestas ausentes

Isaac rompió a llorar.
No podía soportar aquella respuesta. Era un día de lluvia, y miraba por la ventana las gotas de lluvia cayendo sobre el suelo de Safed, en el mismo sentido que las de sus lágrimas. Sarah, detrás de él, no comprendía su reacción.
- No sé de qué te extrañas, Isaac, cada día te entiendo menos.
Isaac era un chico tímido e inteligente, dos cualidades menos incompatibles de lo que la gente solía pensar. No le gustaban las compañías, creía que ninguna era mejor aliada que la soledad; sólo se sentía profundamente protegido y amado por su hermana mayor, Sarah, que siempre tenía respuestas para todas sus preguntas. Había preguntado a Sarah por la vida, por la muerte, por todas aquellas complejas preguntas que todos nos hemos planteado alguna vez, pero que muy pocos hemos preguntado a nuestros hermanos mayores.
Sarah le había dicho que las únicas respuestas a esas preguntas eran la ausencia de otras, no podíamos entender qué eran esas cosas, nunca lo entenderíamos, y por tanto, no podíamos responder a esos planteamientos.
Un día, le preguntó por el tiempo, esperando que Sarah le contestase algo parecido; sin embargo, ella confesó que el tiempo sí lo podíamos entender, sólo había que observarlo.
Y fue ése el día que Isaac se propuso observar el tiempo, para poder entenderlo.
Y pensó que lo mejor para entender el tiempo, era fijarse en las demás personas, algo que había descuidado bastante debido a su escasa relación con ellas.
Vio a una anciana paseando por la calle, y no dudó en preguntarle qué pensaba ella que era el tiempo:
- Hijo, yo me lo he preguntado muchas veces. El tiempo es mi peor pesadilla. Un día, cuando mi marido enfermó, un médico me dijo que desgraciadamente, no podían hacer nada por él; entonces, le comenté que había escuchado acerca de un tratamiento fabricado en América que podría sanarlo, pero él contestó que no había tiempo, y mi marido murió. Por otro lado, mis hijos nunca vienen a verme porque dicen que les falta tiempo. No sé, algo muy bueno no puede ser.
Dándole las gracias, algo atónito, Isaac siguió, y vio a una mujer, con tacones y maquillaje, como si quisiera alcanzar una belleza artificial a la que no llegaba; iba leyendo unos papeles por la calle, con un sándwich en la mano, fue a hablarle, pero ella contestó:
- Lo siento, cielo, no tengo tiempo…
Ya estaba lejos, volvió a concentrarse en sus escritos. Por fin, Isaac, vio a un hombre sentado en un banco, con una niña, posiblemente su nieta:
- Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?
- Claro, tengo todo el tiempo del mundo para contestártela.
- Mmm, ¿qué es el tiempo?
- ¿El tiempo? Buff, no sé, quería decir que sí, que puedes hacerme la pregunta.
- Sí, era ésa la pregunta, que para usted qué es el tiempo.
- Ah, es difícil de responder. No sé, supongo que algo que nos hemos inventado para explicar el mundo.
- ¿Cree de verdad que el tiempo explica el mundo?
- Claro. Hemos inventado el tiempo porque no somos capaces de comprender la verdadera esencia de la existencia. Intentamos explicar con el tiempo que el Sol y la Luna nunca cansen de perseguirse y aunque nunca se encuentran, nunca pierdan la esperanza de hacerlo. Para explicar que los lirios cada primavera, desnudos, aparezcan mejor vestidos que el ser humano con todas sus sedas. Que los bebés, después de llorar, se conviertan en niños que ríen, crezcan y vuelvan a llorar, y al final envejezcan y añoren sus risas y sus lágrimas, sin poder recuperar ninguna de ellas. Que el calor ceda el paso al frío, y el frío por educación, haga lo mismo, también lo atribuimos al tiempo. Que las estrellas bailen el vals del universo, con nuestro mundo y todos los demás, también lo atribuimos a geometrías exactas de tiempos exactos. Tenemos que explicar que nuestro cuerpo, cansado de nosotros, decida volver a la tierra y dejarnos escapar de él, que las olas, cada día, no se cansen de acariciar a la arena. Creemos que todo es cuestión de una rutina, pero cada rutina tiene su magia, pequeño.
- Entonces… ¿cree que el tiempo es mágico?
- También tú lo creerás, es cuestión de tiempo.
- Pero entonces, ¿Por qué Sarah dice que no podemos explicar la vida, ni la muerte, ni los sueños?
- ¿Quién es Sarah?
- Mi hermana.
- Bueno, pues yo no pienso como tu hermana. Yo creo que todo lo podemos explicar; la vida es tiempo, ¿en qué se diferencian la vida y la muerte? Inventamos el tiempo para explicarlas, pero en realidad eso sucede porque la vemos desde lejos todas las veces, menos una. Y esa vez, la comprendemos realmente, pero no sabemos cómo explicarlo, y por eso nos callamos para siempre. Por eso hablamos tanto, porque sabemos que algún día nos tendremos que callar; justo en ese momento en el que hayamos comprendido el tiempo, en el que al final de la vida podamos entender la moraleja del cuento que se nos ha narrado, justo cuando comprendamos el sentido de todo, tenemos que callarnos, porque antes hemos gastado todas nuestras palabras. Un sabio dijo que nuestras palabras no son equilibradas: aprendemos a hablar después de un año, y tardamos décadas en aprender a callarnos. Por eso creemos que no entendemos nada, porque no podemos decir nada con juicio, pero en realidad, en lo más hondo de nosotros, todos sentimos la necesidad de una explicación.
Isaac quedó algo sorprendido por las explicaciones del anciano, y decidió ir a contárselas a su hermana.
Sarah le dijo que él tenía que pensar sus propias conclusiones.
- Pero… entonces, ¿no hay ninguna verdad? ¿todo depende de nosotros?
- Claro, podemos pensar que no entendemos nada, o que lo entendemos todo; en el primer caso, sin embargo, nos contradiremos, pues nos entenderemos a nosotros mismos, que será lo único que no hagamos si optamos por la segunda alternativa.
- Sarah, estás un poco loca, ¿cómo no me voy a entender a mí mismo?
- Porque sólo eres una pregunta del tiempo. El tiempo hace al mundo las mismas preguntas que nosotros, y el mundo nos ofrece como respuestas.
- Pero entonces, ¿por qué sólo algunos tienen tiempo?
- Todos tenemos tiempo, la diferencia está en que sólo algunos tienen respuestas, y por eso comprenden su importancia.
- Sarah, no te entiendo.
- Todavía no sabes cómo responder.
- ¡Pero si la pregunta la he hecho yo!
- No, tu pregunta es sólo una respuesta. La pregunta es la vida, la muerte, el amor; tus únicas respuestas son las preguntas que puedes devolverles, y el tiempo ya se encargará de responderlas.
- Pero el hombre me dijo que el tiempo sólo era un invento nuestro…
- Sí.
Isaac quedó callado.
- Entonces, ¿también nosotros inventamos las respuestas?
- Evidentemente, lo inventamos todo, porque antes de que nosotros viniéramos, nada era como nosotros creemos, todo lo que creemos saber es sólo una interpretación propia, fuera de la realidad. Incluso el concepto de realidad también es un invento nuestro.
Fue entonces cuando Isaac rompió a llorar, mirando la lluvia caer en la dirección de sus lágrimas…
- No sé de qué te extrañas, Isaac, cada día te entiendo menos –dijo Sarah.
- Yo tampoco me entiendo.
- Eso significa que has hallado la respuesta.
- ¿La respuesta a qué?
- La respuesta a ti, la respuesta a la pregunta que el tiempo le hizo al mundo. La pregunta eres tú, y la respuesta es tu incomprensión de ti mismo.
- ¿Qué podemos hacer para comprendernos?
- Ignorar las respuestas que hemos encontrado. Reinventar nuestra propia realidad.
Aquel día, las lágrimas y la lluvia mojando el suelo, Isaac vio de nuevo paseando a la misma anciana.
Iba sola.

domingo, 27 de febrero de 2011

Toi, pourquoi loin de moi?

Comment l'univers froid se doit sentir étant loin du soleil?
Qu'est-ce que les étoiles éternelles sentent toujours loin du froid sommeil?
Qu'est-ce que les beaux poissons sentent s'étouffant loin de la belle mer?
Comment les illusions perdues sont senties, quand on ne peut rien gagner?

Qu'est-ce que les sages pensent quand ils découvrent qu'ils ne savent rien?
Comment nous nous devons sentir quand nous voulons tout, sans rien avoir?
Comment les belles mélodies se sentent écoutant les chansons du mal?
Qu'est-ce que l'invisible sens, sans pouvoir tes yeux voir?

Ils se doivent sentir comme le feu se sent sans le vent charmant,
comme l'amour perdu dans le temps, de tous ceux qui ne vivent pas,
comme le chaleur sans le froid, ou le corps sans la sang.
Je pense qu'ils se sentent comme je me sens sans toi...

Sans toi, loin de moi.

sábado, 26 de febrero de 2011

Apariencias

Aparentemente, no eran mis palabras acordes a tu sinfonía.
No eran mis ojos dignos de tu mirada.
Mis suspiros nunca serán lágrimas de alegría.

Aparentemente, nunca debí esperanzarme demasiado.
Nunca debí aspirar a ti.
Nunca debí imaginarme a tu lado.

Aparentemente, nuestros caminos no han querido cruzarse.
Tu alfombra de seda no quería mancharse de arena.
Tus pies de princesa no estaban hechos para tantas piedras.

Aparentemente, vivimos en distintos universos.
Quizá sólo hayas sido un reflejo desde otro mundo, como en Platón
las ideas formaban aquí sólo reflejos inciertos.

Aparentemente, no eran para mí las dulces palabras que en mis oídos sonaban.
No eran para mi camino las suaves telas que tus dedos hilaban.
No eran mis ojos el destino de tu mirada.

Aparentemente... ahora sólo hay una cosa que pueda hacer:
creer que, verdaderamente, las apariencias engañan.

No sé qué hacer

Algunas veces me han dicho que era una persona decidida, que siempre sabía lo que tenía que hacer. Ahora comprendo que se equivocaban. No es verdad. Siempre he sabido muy bien lo que quería, pero creo que nunca he acertado en conseguirlo de la manera adecuada.

¿Sabes? No sé qué hacer. Te siento cercana y lejana a la vez, profundamente sencilla y compleja al mismo tiempo. Creo que nadie sabría muy bien cómo actuar ante una persona así... Sé que es difícil que comprendas lo fácil que es equivocarse, te falta práctica. Es difícil que comprendas lo que cuesta adivinar tus pensamientos, porque nacen de tu propia complejidad interior, y también es difícil que entiendas lo mucho que me haces falta.

Después de todo, quizás el único defecto que tienes sea el de vivir en este mundo.

viernes, 25 de febrero de 2011

Eres especial, no lo dudes nunca

Alguna vez te he dicho que los versos nos condicionan. No nos dejan libertad, porque siempre hay que buscar las rimas y los ritmos, como sentimientos cuantificados en un absurdo patrón de belleza. Por eso, he decidido escribir sin rima lo que de verdad siento.

Y no sé cómo empezar, porque siento muchas cosas; y no lo dudes, eres especial; eres especial porque estás leyendo las reflexiones de una persona que seguramente no te interese en absoluto, pero no sólo por eso, por muchas cosas más.

Pocas veces en la vida he encontrado una combinación tan mágica en una persona, una belleza tan natural y una inteligencia tan pura, y como luceros que alumbran a un barco perdido en la noche, tus ojos alumbran mi mirada perdida en esperanzas vanas que deambulan por ese mar oscuro...

Me rindo, simplemente. No me había enamorado nunca, y entonces llegaste tú.
Llegaste tú como llega la primavera, como llegan las rosas a los jardines y la lluvia a las cosechas sedientas.
Siempre supe que te encontraría.

Pero nunca imaginé que fueses tan inalcanzable, tan especial, tan tú.

Los ojos

Ésta es la historia de una joven ciega que se odiaba a sí misma, y a todo el mundo, por ser ciega. Odiaba a todos, excepto a su novio, que la quería mucho. Un día, consiguió un par de ojos sanos, la operaron y pudo ver.

Su novio le preguntó que si se casaría con él, a lo que ella respondió que no, porque era ciego.
Él, triste, lo comprendió y se despidió, pero antes de partir, dejó esta nota:
"Por favor, cuida muy bien de mis ojos, pues te los regalé y ahora son los tuyos. Te amo"

Hoy, antes de decir algo destructivo, piensa en los que no pueden hablar.
Antes de quejarte del sabor de tu comida, piensa en los que no pueden comer.
Antes de quejarte d etu pareja, piensa en los corazones solitarios y tristes que añoran un compañero.
Antes de quejarte de tus hijos, piensa en los que los desean y no pueden tenerlos.
Antes de renegar de tu trabajo, piensa en todos los que lo querrían.
Y antes de juzgar a nadie, recuerda tus errores del pasado, y ten presente que siempre seguirás cometiéndolos.

Y entonces, siempre podrás sonreír.
Dicen que esta vida es sólo un regalo, sólo una aventura, sólo una celebración, sólo un hermoso viaje.

Pero, ¿por qué dicen que sólo?

¿Por qué?

¿Por qué las almas más profundas
son las que suspiran más fuerte?

¿Por qué los corazones  sólo son dichosos
si viven en amores ausentes?

¿Por qué los labios sólo son sabios
si saben rechazar palabras?

¿Por qué son los ojos más hermosos
los que evitan mi mirada?

lunes, 21 de febrero de 2011

Un día más

Un día más, no sé lo que mi pluma podrá escribir
con las puertas de tu corazón cerradas,
como si simples palabras, pasados suspiros en el pasado olvidadas,                                          
sus candados eternos pudiesen abrir.

Un día más, me pregunto… si tiene sentido la esperanza;
si tengo que notar cada día que cada día me haces falta.
Un día más, el sol en el cielo, el cielo en tus ojos,
tus ojos en el mar, y el mar en tu mirada de plata.

Un día más, el sol en el alba,
y sus rayos en tu cara cansada,
llena de momentos sabios en la mente,
y jóvenes en el alma.

Un día más, las nubes cubren mi esperanza,
mientras escribo palabras que no dicen nada,
ausentes en ti, y tú lejos de aquí,
sólo presente en la lluvia que tanto amas.

Adoras ver cómo sonríen las nubes,
mientras limpian el suelo simples gotas de agua.
Y entonces envidio al cielo, por ser puro y libre,
y por llover agua, en vez de llover sólo lágrimas.

Y si de lágrimas son las gotas que un día más inundan mi alma,
un día más naufragaré en el mar de las palabras,
y sólo las olas de tu rostro bañarán la orilla de esa playa,
yo perdido como la Luna, tú bella como el primer rayo del alba.

Y echo de menos la lluvia, pero nunca mi sed
podrán saciarla sus gotas de agua,
pues la sed del corazón, y no de los labios,
sólo encuentra acordes en la sinfonía de tus palabras.

Y sin embargo, no dices nada.
Y me pregunto, al ver el sol en tus ojos, ¿dónde está tu mirada?
Y hago señales de humo con el fuego de mi corazón,
y el tuyo no responde, y arden mis esperanzas.

Y descubro en sus cenizas que aún sueño que el tiempo,
tras haber encerrado tus pensamientos en lo más profundo de ti,
cambie el rumbo de tus olas y el sonido de tu silencio,
para abrir las puertas de esa magia, tan lejana y ajena a mí.

No creo que te interesen mis estúpidas palabras,
un día más, locas por mi vida y por tu alma, sin poder separar ambas.
Palabras confusas que no conocen el amor,
y sólo recorren a la deriva  el camino a tu corazón, sin decir nada…