Pude ver la vergüenza en su rostro,
y oír su silencio con lástima.
Encontré soledad en sus ojos,
y en sus labios palabras de rabia.
Pude ver sus manos mojadas
de lágrimas de muchos llantos,
y notar sus piernas cansadas
por querer huir de otros tantos.
Sola por no tener falsos amigos,
ni buscarlos en bares de copas.
Por no huir de aquellos libros
que ignoraban tantas otras.
Sola porque buscaba verdades,
y no solamente mentiras ciertas,
porque vistió los trajes del amor
y nunca quiso vestidos de fiesta.
Pero sólo ella se vio en la Luna,
porque no buscaba espejos,
porque no quería estrellas cerca,
y sólo vio las que estaban lejos.
Y sólo ella vio el Sol de la mañana,
cuando iluminó su soledad,
pues las demás dormían cansadas,
de tantas horas de banalidad.
Y sólo ella navegó por historias,
y no por ríos de belleza artificial,
y sólo ella retuvo en su memoria,
la clave del pacto con la soledad.
Y fue la única que vivió su vida,
aunque contara granos de arena.
Y por eso yo supe aquel día,
que sus lágrimas merecían la pena.
Sus lágrimas de soledad eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario