domingo, 10 de julio de 2011

Cogito ergo sum

Nazco y luego muero.
Río y luego lloro.
Canto y luego callo.
Bailo, pero me caigo.

Pienso y luego olvido.
Cojo aire y no respiro.  
Fracaso y me resigno.
Amo y luego me rindo.

Camino y luego me paro.
Me paro y luego me canso.
Ando y luego me siento.
Me oriento, pero me pierdo.

Pregunto, y nunca lo entiendo.
Me voy, pero siempre vuelvo.
Miro, y me quedo ciego.
Me levanto, pero tropiezo.

Reímos y lloramos.
Perdemos y ganamos.
Sonreímos y sufrimos.
Nos quejamos y seguimos.

Corremos, y paramos.
Nos esforzamos, pensamos.
Nos quedamos en blanco.
No podemos con tanto.

Saltamos, gritamos.
Miramos a un lado.
Nadie nos hace caso.
Nos derrumbamos.

Nos consolamos y traicionamos.
Nos queremos y odiamos.
Lágrimas. Nos hacemos daño.
Heridas. Nunca nos curamos.

Escribimos y borramos.
Llovió y nos empapamos.
Escampó y nos lo creímos.
Desfallecimos. Nos ahogamos.

Viento. Tenemos frío.
Aire. Estamos vacíos.
Fuego. Nos consumimos.
Simplemente existimos.

¡Escúchame! ¿Veremos el cielo?
¡Espérame! ¿Perdemos el tiempo?
¡Contéstame! ¿Está todo perdido?
¡Mírame! ¿Esto tiene sentido?

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