Dicen que te habías quedado sordo,
Decían que te habías vuelto loco,
pero sólo tú estremeciste al cielo.
Cuando aquellos sonidos de oro
cantaron al mundo entero,
y las lágrimas mojaron a todos,
y no cayeron hojas aquel invierno.
Y se llenaron los mares de rojo,
con las notas de tu corazón enfermo,
un rojo pasión que lo invadió todo,
secó las olas, y paró el tiempo.
Notas que nos honraron a todos,
al compás de tus acordes eternos,
con la magia de aquellos tonos,
que pusieron sonido a los sueños.
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