¿Y si nos hubiera tocado a nosotros?
Tú también habrías podido desvanecer en esa esperanza,
en la que desvanecieron tantos otros.
Esas tinieblas también podrían haber cegado nuestros ojos.
6 millones de vidas quedaron ciegas,
sin poder contemplar sus dueños su fruto.
Quedaron ciegas ante las flores del pasado,
las hojas del presente y las semillas del futuro.
No imaginaron que alguien escribiría algo por ellos,
porque no escribieron nunca. No pudieron.
Muchos nacieron héroes y no llegaron a serlo.
Se les arrebató la vida, y se les arrebataron los sueños.
Hoy, 27 de enero de 2011, es de esos días nublados.
Aquel día, sin embargo, el Sol estaba en el cielo,
Pero sus rayos, en su camino hacia el suelo,
sólo iluminaron lágrimas, que caían a él de rostros desamparados.
Aquel día era también 27 de enero.
Como tú y yo lo hacemos hoy, la gente tambíén amaba la vida.
Hace 66 años que brilló el sol sobre aquel día austero,
que se apagaron las velas que hoy encienden nuestros recuerdos.
Hoy, vuelve a arder el fuego de la impotencia
66 años después de ese día soleado de 1945,
intentando explicar las llamas que quemaron la inocencia.
Hoy, 66 años después, revive ese fuego que creíamos extinto.
Sólo ahora, después de tantos años y tanto capricho del azar,
podemos ver los dos grandes defectos del tiempo.
Uno es el pasado, que conocemos, que no podemos cambiar.
Otro es el futuro, que depende de nosotros, tan inseguro e incierto.
Aprendamos del pasado, por el bien del presente.
Cambiemos el presente, por el bien del futuro.
Ignoremos el futuro, por el bien de la gente,
para que nunca se repitan esos errores, tan crueles.
Tan absurdos.
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Hace hoy 66 años, un 27 de enero de 1945, fue liberado el campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. Quedaron ciegos muchos ojos; fueron muchas las personas exterminadas por uno de los acontecimientos más vergonzosos de nuestra historia, pero fueron muchas más las miradas que quedaron ciegas tras ver perecer a sus seres queridos; no tenían nada más que ver en la vida.
Mis palabras no sirven para nada; quizá mis intenciones tampoco. Pero recordad que aunque un montón de palabras siguen teniendo la misma utilidad, un montón de intenciones sí pueden cambiar el presente, por el bien del futuro, por nuestro propio bien. Por eso creo que hoy, estas palabras y las intenciones que hay tras ellas, deben ser dedicadas a todos ellos.
A todos aquellos que no pudieron decirlas porque apagaron su voz.
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